Tuesday, November 21, 2006

Biografia Milton Friedman

Extraida del periodico el universal articulo del dia 17 de Noviembre 2006
por Samuel Brittan.

Esta larguito pero vale la pena si quieres saber mas de este hombre.

Milton Friedman fue el último de los grandes economistas en combinar la posesión de un nombre importante con las más altas credenciales profesionales. A menudo era comparado con John Maynard Keynes, cuyo trabajo siempre respetó, incluso cuando hasta cierto punto lo suplantó.
Además, en contraste con varios economistas líderes, Friedman mantuvo una continuidad entre sus contribuciones académicas ganadoras del premio Nobel y su trabajo periodístico. Las columnas con las que colaboró con el Newsweek cada tercer semana entre 1966 y 1984 fueron un modelo sobre cómo utilizar el análisis económico para iluminar eventos.
Admiradores y detractores señalaron que su visión del mundo era esencialmente simple: una creencia apasionada en la libertad personal combinada con la convicción de que liberar a los mercados era el mejor modo de coordinar las actividades de individuos dispersos con su enriquecimiento mutuo. En lo que más destacó fue en su capacidad para derivar consecuencias interesantes e inesperadas a partir de ideas simples. Parte de su atractivo reside en su disposición a revelar verdades que varias personas habían pensado y no se habían atrevido a expresar. Sin embargo, Friedman defendía esas máximas en contra de las fuerzas congregadas de la exactitud económica; y en el curso de esa defensa, él, sin querer, hacia nuevas aportaciones al conocimiento.
Los que pretendían tacharlo de republicano derechista fueron desengañados por la variedad de causas radicales que apoyó.
En mis propios años de estudiante no me impresionaron las creencias en la libertad personal expresadas por economistas británicos a favor del mercado que conocí en ese entonces. No fue sino hasta que me topé con Friedman, y supe que había pasado más tiempo cabildeando contra el reclutamiento de Estados Unidos que contra cualquier otro asunto en materia de políticas, cuando comencé a tomar en serio las diversas protestas filosóficas de los economistas a favor del mercado.
De hecho, Friedman no tenía nada de herr professor. Más bien era un pequeño personaje voluble que prefería la palabra hablada sobre la escrita y no tomaba a mal la televisión. Incluso aportó bastantes ideas al libro Libre para elegir (que escribió con su esposa Rose), no incluidas en la versión difundida. Sin embargo, no existe un tratado sistemático, a excepción de algunas anotaciones de lectura que esbozan la economía "friedmanita" o incluso la teoría monetaria "friedmanita". Aquellos que sucumbieron a su inesperado encanto algunas veces subestimaban su determinación. No cedía ni un sólo milímetro cuando sus convicciones estaban en juego. A pesar de tener una personalidad sin pretensiones esencialmente demócrata, era lo suficientemente humano para estar al tanto y disfrutar de su reputación en las últimas décadas de su vida.
La propia carrera de Friedman fue una arquetípica historia de éxito estadounidense.
Nació en Nueva York en 1912 de inmigrantes pobres, y su padre murió cuando él tenía 15 años. A pesar de eso, estudió en Rutgers y en Chicago. En la década de los 30 formó parte del equipo de trabajo de varias organizaciones de investigación y comenzó una asociación con la Oficina Nacional de Investigación Económica, que duró hasta 1981 y que patrocinó algunos de sus trabajos más importantes. En 1938 se casó con la también economista Rose Director.
Durante la segunda guerra mundial Friedman no sólo trabajó para el Tesoro de Estados Unidos en la división fiscal, también estuvo en el grupo de investigación estadística de la guerra con sede en Columbia. Se convirtió en profesor de economía en Chicago durante 1946, donde permaneció hasta su retiro. Los primeros trabajos del propio Friedman fueron de estadística matemática, ámbito en el que ayudó a establecer algunos métodos, por ejemplo en muestreo, que se sigue utilizando hoy en día.
Uno de los primeros trabajos en atraer la atención general fue un estudio con Simon Kuznets, publicado en 1945, sobre los ingresos de la práctica profesional independiente. Los autores encontraron que el control estatal de la entrada en la profesión médica elevaba el nivel de los pagos en perjuicio de los pacientes. Estos descubrimientos nunca dejaron de estar presentes en la profesión.
El siguiente libro de Friedman, Ensayos sobre Economía Positiva, publicado en 1953, contenía un famoso ensayo sobre el método. Aunque varios economistas se sentían avergonzados de la visión extrasimplificada de la naturaleza humana en gran parte de la teoría económica, él era característicamente no apologético. La fecundidad de una teoría, en las ciencias físicas y sociales, declaró, dependía del éxito de las predicciones que se podrían lograr a partir de ésta y no del realismo descriptivo de los supuestos.
Uno de sus famosos ejemplos era la proposición de que las hojas de un árbol se dispersan a sí mismas para maximizar el área de luz del sol que cae sobre ellas. El valor de la teoría dependía en que la distribución de las hojas correspondiera con esa predicción y no en que el árbol hiciera tal esfuerzo consciente. Ese ensayo generó una controversia que ha consumido varias hectáreas de bosque. No obstante, Friedman, habiendo emitido su manifiesto, dejó que los demás lo discutieran y se preocupó más en aplicarlo en la práctica. De modo similar, en sus exposiciones más recientes del tema del capitalismo, declaró sus propios valores y citó evidencia corroborativa, pero se resistió a la tentación de hablar de las teorías de libertad, justicia, del Estado y más.
La primera vez que vi a Friedman fue en la década de los 50, cuando estaba en mi segundo año de universidad en Cambridge, a donde fue a pasar un trimestre. Desafortunadamente, tuve que compartir las supervisiones con otro estudiante a quien no se le dificultaba desviarlo hacia conversaciones de política general.
En una ocasión Friedman llegó temprano y comenzó a leer una copia de la contribución de George Bernard Shaw a los ensayos fabianos que encontró sobre la mesa.
"Hay tres errores en las primeras páginas", afirmó, refiriéndose a la excursión de Shaw en la teoría de la productividad marginal.
De todo el encanto de Friedman recibí de él uno de los mejores comentarios con los que me he enfrentado. Me mencionó una carta que Arthur Burns (posterior presidente de la Reserva Federal) le había enviado, en la que decía que Dwight Eisenhower estaba resultando ser un buen presidente. Yo expresé sorpresa, a lo que Friedman respondió: "Primero, Burns, conoce mucho mejor a Eisenhower. Segundo, dado ese conocimiento, preferiría su opinión por encima de la tuya".
Durante el resto de su carrera, Friedman ocupó gran parte de su tiempo en el análisis empírico de ideas económicas. Su mayor logro fue la Teoría de la Función de Consumo, publicada en 1957, el trabajo más citado en la mención del premio Nobel que ganó en 1976. Su investigación fue desencadenada por una conocida paradoja.
La información representativa aparentemente mostraba que el porcentaje de ingreso ahorrado aumentaba al tiempo que el ingreso aumentaba. Por otro lado, la información cronológica mostró mucho menos cambios en la proporción de ahorro con el paso de los años. La solución del rompecabezas fue que las decisiones de gasto y ahorro dependían de las posturas de la gente ante su ingreso (permanente) a largo plazo, pero estaban mucho menos inclinadas a ajustar las variaciones transitorias en el ingreso hacia cualquier dirección.
Tales descubrimientos tenían al menos dos implicaciones que Friedman sostenía. Una era que el capitalismo después de todo no sufría de una tendencia a estancarse a largo plazo debido al infraconsumo. Otra era que un ajuste fiscal "ligero" presentaría bastantes dificultades, debido a que los consumidores ignorarían las variaciones temporales en el ingreso disponible debido a la restricción o relajación presupuestal del gobierno.
Fue a finales de los 50 y 60 cuando Friedman desarrolló las doctrinas monetaristas por las que más se dio a conocer. Trataba al dinero como un activo. El deseo público de mantener este activo dependía de los ingresos, la tasa de interés y de las expectativas de inflación. Si había más dinero disponible, el efecto inicialmente sería incrementar el rendimiento real y los ingresos, pero a la larga, incrementar únicamente los precios de modo más o menos proporcional.
Fue ahí dónde aparecieron los famosos "lapsos largos y variables": típicamente nueve meses antes de que el rendimiento e ingreso real fueran afectados y otros nueve meses antes de que surgieran los principales efectos sobre los precios. Tales periodos de tiempo fueron continuamente citados y criticados, pero no eran la base del mensaje de Friedman.
La respuesta típica de los antimonetaristas era decir que el suministro de dinero se ajustaba pasivamente a eventos como las explosiones salariales o déficit gubernamentales. A pesar de que eso sucedía en algunas ocasiones, era importante para Friedman establecer que ese no era siempre el caso. Algunas veces el dinero era el agente activo, ya fuera por el efecto de un influjo de oro, una política monetaria oficial fácil, un intento por mantener una tasa de cambio en particular, o lo que fuera.
El libro en el que trató de demostrar más completamente el papel activo del dinero fue Historia Monetaria de Estados Unidos, 1867-1960, publicado en 1963 y escrito en conjunto con Anna Schwartz. Una de las habilidades de Friedman era encontrar siempre al colaborador correcto para un trabajo en particular. Historia Monetaria es la obra maestra de Friedman. Prácticamente sin ecuaciones, ha sido leída con provecho y placer como historia, incluso por la gente que no está de acuerdo, o que le parecen indiferentes, las doctrinas propuestas en ésta. Característicamente, comenzó como un subproducto de un intento por establecer el registro factual del suministro monetario de Estados Unidos, que ha presentado tantos problemas y ha generado tanto material nuevo que el volumen más ambicioso a penas lo sugería.
La conclusión en materia de políticas a la que llegó Friedman fue su famosa regla del suministro monetario: debe haber un crecimiento estable del suministro monetario, año tras año. Aceptó que esa no era la única política que podía derivarse de los descubrimientos monetaristas. No obstante, en algunas ocasiones el mismo Friedman daba la impresión de que cualquier cosa que hiciera un banco central, no sería para bien.
Para obtener su aprobación no sólo había que perseguir objetivos monetarios, sino perseguirlos con un método en particular conocido como control monetario base.
Cuando la Fed trató de poner en práctica el método durante 1979-82 tuvo resultados desastrosos por aplicar y entender incorrectamente la mecánica.
Algunos economistas afirmarán que la contribución más importante de Friedman a la macroeconomía no reside en su trabajo monetario técnico, sino en su discurso presidencial de 1967 a la Asociación Americana de Economía. En éste demostró que la idea de una compensación estable entre la inflación y el desempleo, conocida como la curva de Phillips y que parecía darle a los legisladores un menú de opciones, era inválida. Supongamos que un gobierno o un banco central tratan de aumentar la rentabilidad y el empleo a expensas de aceptar una mayor inflación. Una vez que los participantes del mercado comiencen a tomar en cuenta la inflación en su comportamiento, la economía terminaría con la misma tasa de desempleo que antes -pero con una mayor tasa de inflación-. Si a pesar de todo las autoridades persisten en tratar de lograr un ambicioso objetivo en la tasa de desempleo, el resultado no sería meramente inflación, sino acelerar la inflación, con lo que ninguna sociedad podría subsistir por mucho tiempo.
Esta familia de doctrinas de Friedman algunas veces fue llamada la curva vertical de Phillips, otras, hipótesis aceleracionista, y otras más, "tasa natural" de desempleo. Esta última era el nivel en el que la economía se establecería una vez que una tasa estable de inflación se hubiera establecido. El título fue posteriormente cambiado por algunos usuarios a "tasa de desempleo no acelaradora de la inflación" (NAIRU, por sus siglas en inglés) para desterrar la idea de que era natural o inevitable.
Fueron las ideas relacionadas a la NAIRU las que originaron mi propia conversión de keynesianismo de la posguerra a cualquiera de las ideas monetarias técnicas de Friedman.
Las propuestas básicas ahora son bastante familiares. Pero en ese momento eran material explosivo para el sistema económico británico y también para muchos economistas estadounidenses en la costa del este. Algunos economistas calificaban a la NAIRU como un nuevo concepto tecnocrático que crearon para calcular y para utilizar formas mucho más sofisticadas de administración de la demanda. Esto era contrario al espíritu del discurso de Friedman, que más bien tenía la intención de emitir una advertencia contra los intentos del gobierno por gastar hasta lograr niveles predeterminados de empleo. Estas ideas obtuvieron bastante popularidad en el Reino Unido, como resultado del discurso de James Callaghan en la conferencia del Partido del Trabajo en 1976, cuando el primer ministro emitió una advertencia contra la creencia de que los gobiernos pueden gastar todo lo que quieran para lograr empleos.
De todos modos, fue un poco decepcionante para los más interesados en macroeconomía que en detalles técnicos monetarios que Friedman ya no utilizara el NAIRU en sus escritos más populares.
De hecho, algunas veces parecía extender sus propias doctrinas atribuyéndole a las variaciones a corto plazo en el crecimiento monetario la responsabilidad de las recesiones, ante las que podía ser tan crítico como cualquier keynesiano.
El mismo Friedman le atribuyó la difusión del libre mercado y de las ideas monetaristas al reconocimiento tardío de las consecuencias del incremento en el gasto gubernamental y a la elevada inflación en la década de los 70. No obstante, como hasta ahora la reacción fue coherente y racional, se le ha atribuido gran parte del crédito. El éxito de las políticas de libre mercado ha generado nuevos problemas; por lo tanto, ¿qué no daríamos por que Milton Friedman renaciera de 30 años para comentar y analizar estos nuevos desafíos?

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